Los niños pequeños no suelen quedarse quietos. La acividad es importante para ayudarlos a crecer fuertes y saludables. Tambien es importante para el desarollo en general.
Entre los 2 y 6 años, los niños realizan mucha actividad física, están continuamente en movimiento y parece que no tienen un momento de descanso. Poco a poco van adquiriendo habilidades que les permiten correr, saltar y trepar.
Esta etapa es muy importante ya que los niños necesitan aprender a moverse por sí mismos y adquirir autonomía, lo que contribuirá al aumento de la autoestima y a la adquisición de habilidades posteriores. Además, la actividad física mejora la salud y ayuda a prevenir la obesidad.
Por lo tanto, es recomendable dejarles espacio y tiempo para que puedan realizar actividades que desarrollen sus músculos. Buenos momentos pueden ser al salir del colegio o la guardería, los fines de semana y en vacaciones. Pueden jugar en un lugar seguro como un parque o una plaza, con hermanos u otros niños. En cambio no deberían utilizar su tiempo viendo la televisión. De hecho, no es recomendable que los menores de dos años vean la televisión y los preescolares, el menor tiempo posible. Además, durante el tiempo de juego al aire libre, es preferible que las videoconsolas y otras “pantallas” se queden en casa.
La familia puede participar compartiendo el tiempo libre con actividades como ir al parque, al campo o montar en bici. Intentar dejar al niño en casa y que esté quieto no será posible más que un tiempo breve y puede llevar a enfados tanto de los padres como de los propios niños. Los adultos pueden participar en sus juegos, lo que contribuye a fortalecer los lazos, aunque es mejor esperar a que el niño lo desee y de esa manera no entorpecer su imaginación.
La edad a la que cada niño hace las cosas es variable, y depende de la madurez y de las oportunidades que tenga de experimentar nuevas actividades: algunos niños se subirán rápidamente al tobogán, y lo querrán hacer sin ayuda, mientras que otros de la misma edad prefieren no hacerlo.