La meningitis tiene un segundo pico de incidencia entre los 15 y los 19 años, después del primero que ocurre en los primeros 4 años de edad. Esto, junto con los hábitos sociales de los adolescentes, caracterizados por una mayor tendencia a viajar y a compartir espacios multitudinarios u objetos, hace recomendable que revisen y completen su vacunación frente al meningococo.
La adolescencia es, después de la primera infancia (especialmente los menores de un año, seguidos de los de 1 a 4 años), una de las etapas en las que la enfermedad meningocócica tiene mayor incidencia.
La meningitis meningocócica es una infección provocada por el meningococo, una bacteria que vive con frecuencia en la nariz y la garganta de las personas sanas. Se estima que hasta el 25 % de los adolescentes pueden ser portadores de la bacteria, sin presentar síntomas. Solo cuando se activa –algo que raramente ocurre– es cuando puede producir en un breve periodo de tiempo una infección grave y provocar secuelas o incluso la muerte de la persona afectada.
Los meningococos que con más frecuencia provocan meningitis en nuestro país son los de los serogrupos B (sobre todo) y cada vez más el W y el Y. El meningococo del serogrupo C es ahora muy poco frecuente, como consecuencia de la vacunación.
El meningococo se contagia por vía respiratoria, a través de las gotitas que se expulsan al toser o estornudar. Cuanto mayor y más estrecho es el contacto con una persona infectada más fácil es el contagio. Por eso, los entornos más favorables para su transmisión son los ambientes familiares y de convivencia (residencias de estudiantes, campamentos...). Este es el motivo por el que, por ejemplo, en EE. UU., muchas universidades exigen a sus alumnos estar vacunados frente a la meningitis meningocócica para su admisión.
Además, hay otros factores que facilitan el desarrollo de la infección, como es la exposición al humo del tabaco, el haber padecido recientemente otra enfermedad o el intercambio de saliva (besos, compartir bebidas, utensilios o cigarrillos, etc.).
Actualmente son tres los tipos de vacunas que existen para hacer frente a las diferentes familias o serogrupos de meningococo:
La meningitis se manifiesta de forma brusca con fiebre, dolor de cabeza y rigidez de cuello. También puede venir acompañada de náuseas, vómitos intensos, dificultad para tolerar la luz (fotofobia), confusión y tendencia excesiva al sueño. También puede adompañarse de sepsis, en cuyo caso fracasa la coagulación y se inicia la aparición de petequeias en la piel, que es también un signo peligroso.
Puesto que la infección evoluciona muy rápidamente, ante estos síntomas se debe acudir de forma urgente a un centro sanitario.
Es recomendable que los jóvenes que vivan en residencias de estudiantes o estén de viaje tengan identificados los servicios médicos a los que deben acudir en caso de urgencia sanitaria, además de tener consigo su documentación médica.
La meningitis meningocócica es una enfermedad de declaración obligatoria. Es decir, cuando se produce un caso los profesionales sanitarios deben comunicarlo a las autoridades correspondientes para que tomen las medidas adecuadas para proteger la salud de la población.
Las personas del entorno más cercano al paciente diagnosticado de meningitis, es decir, aquellas que hayan estado en estrecha convivencia, deberán acudir al médico en las siguientes 24 horas, aunque no presenten síntomas de enfermedad. El médico valorará la conveniencia de recetar antibiótico de manera preventiva.