La característica fundamental de los trastornos adaptativos es que se producen siempre tras un acontecimiento estresante o un cambio vital con consecuencias desagradables. Ante estas situaciones, los niños y adolescentes pueden tener dificultades para adaptarse y desarrollar síntomas que les dificultan la vida diaria.
Aunque pueden aparecer en cualquier persona, hay personas más vulnerables a sufrirlos, es decir que tienen cierta predisposición.
Suelen aparecer justo después del acontecimiento estresante o, como mucho, un mes después y pueden incluir:
Los síntomas generalmente duran menos de 6 meses (aunque pueden durar más). Sin embargo, la mayoría de las veces, si se prolongan en el tiempo o empeoran, se podría pensar en otro diagnostico como depresión o ansiedad.
En algunos casos, el acontecimiento es de naturaleza catastrófica, y se considera que causaría un malestar en cualquier persona (por ejemplo, el presenciar un accidente grave o un fenómeno meteorológico con víctimas mortales). En estos casos suelen aparecer, además, otros síntomas como flashbacks (imágenes recurrentes sobre la situación vivida), o aturdimiento o embotamiento emocional. En estas situaciones el clínico plantea el diagnóstico de Trastorno de estrés postraumático.
El trastorno adaptativo es, por definición, una situación transitoria, relacionada con una situación estresante puntual. Es decir, con el tiempo tiende a mejorar.
Si usted sospecha que su hijo puede presentar un trastorno adaptativo puede:
En ocasiones es conveniente pedir ayuda a cualquiera de los profesionales que rodean al niño. Tanto el pediatra, como los profesores o el orientador escolar, están capacitados para hacer una valoración este tipo de situaciones.
En los casos más graves o cuando los síntomas se prolongan en el tiempo se debe consultar con un especialista en psiquiatría infantil y adolescente.
Artículo elaborado por la Sociedad de Psiquiatría infantil de la Asociación Española de Pediatría.