El adolescente tiene que enfrentarse a una serie de cambios, tanto físicos como psíquicos. Empieza a cuestionar las normas de los adultos y progresivamente pierde la necesidad de ser guiado por sus padres. Le resulta más fácil y menos vergonzante consultar sus dudas y preocupaciones con sus amigos, porque están experimentando lo mismo que él.
La estructura de las amistades cambia con la edad. En la adolescencia temprana, entre los 11 y 14 años, son típicos los grupos pequeños del mismo sexo. Pertenecer a ellos ofrece protección y facilita el contacto con otros iguales. Más adelante, estos grupos empiezan a mezclarse con personas del sexo opuesto, dando lugar a grandes grupos mixtos. Finalmente, se forman las primeras parejas. La dependencia de los amigos disminuye con la edad.
Las amistades en la adolescencia suelen ser homogéneas. El adolescente elige a sus amigos según criterios muy elaborados como son valores, ideas y actitudes semejantes a las suyas. El nivel socio-cultural es parecido al de las amistades de la infancia.
Las conversaciones con sus amigos íntimos ayudan al adolescente a conocerse a sí mismo y a entender los cambios que ocurren en su vida. Compartiendo y comparando las experiencias e ideas con alguien que se encuentra en la misma situación, va descubriendo sus nuevos valores y, en definitiva, su identidad.
Como ocurre a lo largo de toda la vida, pertenecer a un grupo supone sentirse a veces presionado a hacer cosas o tomar decisiones que van en contra de nuestras propias convicciones. El adolescente, al encontrarse en un periodo de gran inestabilidad emocional, es más vulnerable y más sensible a esta presión.
Los motivos para acoplarse al comportamiento del grupo son varios: la necesidad de ser aceptado, el temor de que los demás se rían de él o el querer probar algo nuevo. La presión se ejerce tanto en grupos grandes, por ejemplo en cuanto a estilo de vestir, diversión, música, como entre los amigos íntimos, siendo esta presión más importante, ya que es más difícil resistirse.
Aunque habitualmente se atribuye a los grupos una influencia negativa (drogas, relaciones sexuales, comportamiento de riesgo…), no siempre es así. Muchas veces estimulan al adolescente para afiliarse a equipos deportivos u otras actividades creativas.
No podemos olvidarnos de las redes sociales de Internet en las relaciones del adolescente, ya que cobran cada vez más importancia en su vida y resultan más complicadas de controlar. Sabemos que cuatro de cada cinco adolescentes tienen perfil definido en alguna red social. A través de ellas se pueden comunicar no sólo con sus amigos, sino también con desconocidos; hasta un 10% de los niños entre 11 y 16 años llega a ser víctima de acoso sexual en Internet y este número está en aumento.