La incorporación de la mujer al mundo laboral, junto con el cada vez más frecuente alejamiento entre los miembros de las familias (no disponibilidad de familiares que hagan de cuidadores), han traído como consecuencia un importante aumento en el número de niños que acuden a la guardería durante los primeros años de vida.
Además de los posibles beneficios de esta nueva situación para el más mayorcito (socialización, adaptación a normas, aprender a compartir, etc.), hay una consecuencia fundamental desde el punto de vista de la salud, que es la exposición más temprana e intensa a los agentes infecciosos y que, casi inevitablemente, se traduce en repetidos episodios de resfriados, gastroenteritis, infecciones de la piel, conjuntivitis, etc., muchos de ellos con fiebre.
Estas infecciones, sobre todo las causadas por virus, se producen por la simple exposición a otros niños o adultos enfermos, de manera que, cuantos más haya juntos, mayor será la posibilidad de que alguno tenga una infección y más fácil será su contagio a los otros. Además, la prevención suele ser difícil, especialmente en el caso de las enfermedades de las vías respiratorias, pues gran parte de ellas ya se están transmitiendo a los demás antes de producir los primeros síntomas y por tanto de ser identificadas (por ejemplo, la varicela, el sarampión, la gripe, etc.).
No obstante, esta situación puede considerarse como una etapa más o menos inevitable que habrá que pasar y que un niño normal superará sin grandes problemas.
Llevar a un hijo a la escuela infantil también suele significar mayor número de infecciones para sus padres y los propios cuidadores que trabajan en ella, pues se convierten en otra pieza vulnerable más en la cadena de transmisión de las enfermedades de su hijo. De ahí que se insista en el lavado de manos frecuente y especialmente en dos situaciones cotidianas:
Las vías de transmisión son 3 fundamentalmente:
La prevención de las infecciones se basa en tres pilares fundamentales:
El cumplimiento del calendario vacunal oficial vigente garantiza una protección adecuada contra las enfermedades incluidas, no siendo necesario administrar dosis de refuerzo suplementarias por el hecho de acudir a guardería.
Ver calendario de vacunaciones recomendado por la AEP
Desde el punto de vista de la protección de los adultos cuidadores, es recomendable que se vacunen anualmente contra la gripe y, en el caso de no estar inmunizados de forma natural contra la hepatitis A, también deberían recibir esta vacuna.
La vacunación de los cuidadores frente a la tosferina, con la vacuna combinada Tdpa en dosis única, es otra opción para evitar el contagio a los más pequeños, en los que puede ser una enfermedad muy grave.
Si la pregunta fuera: ¿debe ser cuidado un niño enfermo en casa o en la escuela infantil?, la respuesta nos parecería obvia; sin embargo, no siempre es necesario interrumpir su asistencia a la escuela infantil.
No debe llevarse al niño a la guardería en las siguientes circunstancias: