El piercing es una perforación que se practica en la piel para colocar un anillo o pendiente.
Al igual que el tatuaje, el piercing tiene una historia muy larga. Su significado ha sido habitualmente cultural o espiritual y sigue siéndolo en muchas culturas africanas o asiáticas. En nuestro medio, los motivos para hacerse un piercing tienen que ver con el deseo de distinguirse de los demás, experimentar con el cuerpo o formar parte del grupo, siendo este último el motivo principal que mueve a los adolescentes. Hoy en día el piercing es cada vez más frecuente, sobre todo entre las personas jóvenes (14-25 años).
El piercing se puede colocar prácticamente en cualquier parte del cuerpo. Las localizaciones más frecuentes son las orejas, las cejas, el labio, la nariz y el ombligo. En los últimos años ha aumentado el número de personas que se colocan el piercing en partes menos habituales, como la lengua, los pezones, los genitales o incluso las conjuntivas.
Hay muchas formas de piercing. Las más habituales son anillos o clavos que pasan a través de un canal perforado en la piel. También son populares las dilataciones, que consisten en la introducción de un anillo o una placa cada vez más grande para formar un agujero, y que se realizan sobre todo en el lóbulo de la oreja. Con menos frecuencia nos podemos encontrar con piercing grapa (pocketing en inglés), en el cual el adorno se sujeta dentro de la piel mediante un anclaje especial. Esta técnica produce un mayor número de complicaciones.
Los adornos suelen ser de metal, pero también se utiliza plástico y madera. Los metales más empleados son acero quirúrgico, titanio, niobio y oro, que producen menos reacciones locales.
El piercing debe ser realizado por un profesional y en condiciones higiénicas adecuadas. Esto significa lavar bien la piel con agua y jabón y desinfectarla con un antiséptico. Para perforar la piel hay que utilizar agujas estériles de un solo uso. ¡Nunca se debe reutilizar la misma aguja aunque se lave bien! El adorno que se introduce en la piel debe haber sido desinfectado, por ejemplo, en alcohol medicinal.
Hay que evitar hacerse piercing en fiestas o en casa por una persona no cualificada, ya que supone una alta tasa de complicaciones, hasta en el 50% de los casos.
Las complicaciones son principalmente locales, sobre todo infecciones producidas por mala higiene de la herida. El motivo suele ser una información insuficiente sobre el cuidado del piercing en el proceso de cicatrización. Es importante mantener la herida limpia con antisépticos, evitar su manipulación y consultar con un médico en caso de complicaciones.
Otra complicación local es el rechazo del piercing – se produce una reacción inflamatoria intensa que requiere la retirada del adorno. Frecuentes son también las cicatrices grandes y abultadas (queloides), que generan un problema estético importante y pueden llegar a requerir cirugía.
La retirada del piercing es habitualmente fácil y el agujero producido por el mismo suele desaparecer. En caso del piercing “grapa” o las dilataciones, puede ser necesaria la intervención quirúrgica.