La pubertad es el periodo de transición desde la infancia hasta la vida adulta. Se caracteriza por intensos cambios, tanto físicos como psicológicos, entre los que destacan:
Como en cualquier proceso implique el desarrollo del organismo, el momento de inicio y el ritmo de progresión de la pubertad presenta grandes variaciones de una a otra persona, todas ellas dentro de la normalidad e influidas por el sexo, la raza, la nutrición, el entorno geográfico y, con especial importancia, los antecedentes familiares.
Se considera que el desarrollo puberal está retrasado si no se ha iniciado a los 13 años en las niñas y a los 14 años en los niños. Entre los varones, en la mayor parte los casos, este retraso no se debe a una enfermedad, sino a un ritmo de maduración más lento, generalmente heredado de los padres.
Otro concepto diferente es el de pubertad detenida o incompleta que es aquella que se inicia a una edad adecuada, pero que no se completa en el transcurso de 4 o 5 años.
Los indicadores físicos de que la pubertad está comenzando son el desarrollo mamario en las niñas y el crecimiento de los testículos y el pene en los niños.
En aquellos casos en que no se aprecie el inicio del desarrollo puberal en las edades indicadas, en las niñas no ha aparecido el botón mamario a los 13 años y en los niños no han comenzado a crecer los testículos a los 14 años, es conveniente consultar con su pediatra, quien orientará sobre la necesidad de la evaluación especializada, en función de los antecedentes familiares y el curso del crecimiento y desarrollo del niño.
En la evaluación de un niño con retraso en el inicio del desarrollo puberal será necesario analizar el patrón de crecimiento, así como su ritmo de maduración esquelética (mediante una radiografía de la mano y la muñeca izquierdas). Estos datos, que se comparan con los patrones de crecimiento y desarrollo esperables de acuerdo con el desarrollo puberal experimentado por los padres, darán la primera orientación sobre si lo que ocurre es un proceso normal y esperable (maduradores tardíos, más frecuente en los niños) o si por el contrario se debe sospechar la existencia de una enfermedad causante de este retraso. En los casos de detención del desarrollo puberal o de pubertades incompletas es esencial descartar la existencia de enfermedades asociadas.
Si se sospecha la existencia de una enfermedad que impida el desarrollo de la pubertad, los estudios se dirigirán a:
En la mayor parte de los casos de pubertad retrasada en los varones no es necesario ningún tratamiento, pues es una variedad de la normalidad. En aquellos casos en que se confirma una pubertad patológicamente retrasada y una vez establecida la causa, puede ser necesario administrar las hormonas sexuales que falten (testosterona en los niños y estrógenos en las niñas).