La prevención en el ámbito de la salud consiste en el conjunto de medidas o tratamientos que se pueden realizar para evitar el desarrollo de síntomas o enfermedad futura. En el caso de la alergia también puede tener un papel importante. Con ella se tratará de evitar los síntomas alérgicos, el uso de medicación o las consultas médicas, mejorando así la calidad de vida del paciente.
La prevención de la alergia se puede hacer a diferentes niveles:
La prevención terciaria puede llevarse a cabo a través de la evitación del alérgeno o con tratamiento farmacológico (medicación preventiva y/o inmunoterapia).
En este grupo la actitud a seguir es más controvertida que en el caso de la prevención terciaria. En el caso de los alimentos, por ejemplo, lo habitual es recomendar que a pesar de la sensibilización, si se está tolerando bien el alimento, se siga comiendo con normalidad. Sin embargo, en otros casos como el látex un paciente que aparentemente lo tolera podría acabar desarrollando síntomas si se mantiene la exposición.
Existen argumentos, por tanto, para recomendar tanto medidas de evitación como lo contrario, por lo que cada caso debería ser valorado de manera individual y siempre seguir las recomendaciones del especialista.
Dada la dificultad de identificar a estos pacientes, y determinar cuándo realizar medidas preventivas primarias, la decisión se tomará de manera individualizada y conjuntamente entre el propio paciente o sus familiares y el médico.
Hay que tener en cuenta que estas medidas pueden llegar a suponer cambios en algunos hábitos de vida, limitaciones de forma temporal en la alimentación, gastos económicos y de tiempo. Por otro lado, es importante señalar que la prevención no es efectiva en todos los casos.
Las medidas de prevención dependerán de cada niño, del tipo de alergia y de si presenta o no síntomas, por ello es importante seguir siempre las recomendaciones del especialista en alergia infantil.