Las estereotipias son una alteración hipercinética, es decir, un exceso de movimientos de cualquier parte del cuerpo.
El movimiento es involuntario, coordinado, rítmico, no tiene ningún propósito y se repite siempre igual.
Existen muchos tipos: balanceos, rascarse, bruxismo (rechinar dientes), darse cabezazos, lanzar objetos, vocalizaciones repetitivas, morderse los labios o los dedos o aplaudir sin motivo
Las estereotipias pueden ser:
Según el tipo de movimiento, existen:
Las estereotipias primarias suelen comenzar en los primeros años de vida, generalmente antes de los 3 años.
Los movimientos se agrupan en salvas que duran segundos o minutos para repetirse un tiempo después. Esto ocurre varias veces al día, durante actividades que generan excitación (jugar a la consola, ver dibujos animados, ir a la piscina, etc.), y con menor frecuencia ante situaciones de estrés o ansiedad, cansancio o aburrimiento. No interfieren con la actividad motora normal del niño.
En casi todos los casos se pueden inhibir si se distrae al niño o se le llama por su nombre.
Existen estereotipias relacionadas con el sueño, que conforman un ritual que el niño ejecuta para facilitarse el sueño, como balanceo del cuerpo (body rocking) o golpeteo cefálico contra la almohada (head banbing o jactatio capitis nocturna)
Cada niño tiene su propio repertorio de movimientos, que repite de forma idéntica prácticamente a diario. A veces el patrón de movimiento evoluciona con la edad, haciéndose más complejo y expresivo.
En las estereotipias complejas, el niño suele hacer movimientos rítmicos con los brazos (aleteo, dar palmas), con frecuencia asimétricos (solo en la mitad del cuerpo), asociados a movimientos de las manos (rotación de muñecas, frotamientos de las yemas de los dedos, etc.), muecas faciales o emisión de sonidos guturales o gritos. Pueden estar implicadas también las piernas (dar patadas, saltar, caminar en círculo, correr, etc.). También pueden manifestarse como rigidez de un brazo o una pierna.
La historia clínica y la exploración son suficientes en la mayoría de los casos, sin ninguna prueba especial.
Es importante la detección de otros trastornos neuropsicológicos que pueden estar asociados (trastorno por déficit de atención e hiperactividad, tics, trastorno obsesivo-compulsivo).
La gran mayoría de los casos no precisan tratamiento. Con frecuencia remiten con el tiempo.
En los casos más graves o con repercusión psicosocial puede ser necesaria una intervención psicológica, como la terapia de inversión de hábitos, en la que el niño aprende a identificar e inhibir la estereotipia. También se puede intentar el tratamiento con fármacos, aunque la tasa de éxito no es muy alta.
Es importante identificar y tratar los trastornos neurológicos asociados.
Las estereotipias suelen comenzar en la lactancia o primera infancia, alcanzando su máxima incidencia en el tercer año de vida. Posteriormente disminuye su intensidad. No es habitual su persistencia más allá de la adolescencia.