La enfermedad COVID-19 se debe a la infección por el nuevo coronavirus SARS-CoV-2. La gran mayoría de los niños que tienen COVID-19 presentan la forma asintomática de la enfermedad o desarrollan síntomas respiratorios o digestivos leves que se curan espontáneamente. Sin embargo, un porcentaje muy bajo de los niños que se infectan por el virus SARS-CoV-2 puede desarrollar una forma grave de la enfermedad. Es importante reconocer pronto los signos de alarma para evitar complicaciones.
El síndrome inflamatorio multisistémico pediátrico vinculado a SARS-CoV-2 (SIM-PedS o PIMS-TS) es una reacción inflamatoria generalizada que se desarrolla tras una infección pasada por SARS-CoV-2.
La mayoría de los casos se producen en niños mayores de 5 años, aproximadamente 4-6 semanas después de haber presentado la enfermedad COVID-19.
Aunque se ha podido demostrar su relación temporal con la enfermedad COVID-19, no se conoce exactamente cómo se produce. Parece que se debe a una alteración en la respuesta del sistema inmunitario (nuestras defensas) después de una infección por SARS-CoV-2, que da lugar a una inflamación exagerada de todo el cuerpo.
Los síntomas más frecuentes son fiebre alta y prolongada junto con síntomas digestivos (dolor abdominal intenso asociado a vómitos o diarrea). Generalmente, los niños se encuentran mal y están irritables o decaídos. La clínica respiratoria como tos, mocos o dificultad respiratoria es poco frecuente.
Algunos niños presentan manifestaciones en la piel o las mucosas, como pueden ser: ojos rojos, inflamación de la lengua y los labios, manchas en la piel o hinchazón de las manos y los pies.
La importancia de esta enfermedad radica en que pueden producirse complicaciones cardíacas como inflamación del corazón o dilatación de las arterias coronarias (que son las arterias que riegan el corazón).
Es necesario vigilar al niño y consultar con su pediatra habitual si presenta fiebre prolongada (temperatura por encima de 38ºC durante más de 5 días), sobre todo si se acompaña de:
Ante cualquiera de los siguientes síntomas o signos, es preciso acudir al servicio de urgencias de un hospital:
No existe ninguna prueba que permita confirmar o descartar la presencia de esta enfermedad. Para diagnosticarla se utilizan unos criterios clínicos, entre los que se incluyen la fiebre persistente y la afectación de varios órganos o sistemas (cardíaco, respiratorio, hematológico, gastrointestinal, dermatológico o neurológico). Para ayudar al diagnóstico, ante una sospecha de SIM-PedS se solicitará un análisis de sangre buscando signos de inflamación. Además, tras el diagnóstico se deberá realizar una ecografía cardíaca para descartar la afectación del corazón.
El tratamiento de elección son los corticoides por vía intravenosa. En algunos pacientes será necesaria la administración de otros fármacos. La mayoría de los pacientes se recuperan tras varios días de tratamiento y no presentan secuelas.
No se puede prevenir el desarrollo de esta forma de la enfermedad. Sin embargo, teniendo en cuenta que está relacionado con la enfermedad COVID-19, es muy importante cumplir con las medidas higiénicas recomendadas para la prevención de la infección por SARS-CoV-2: