Es un trastorno del sueño muy frecuente en los niños en la edad escolar. Generalmente es benigno y se resuelve con el tiempo, sin necesidad de ningún tratamiento.
Durante los episodios de sonambulismo, el niño se puede levantar de la cama y caminar sin ser completamente consciente de lo que le rodea, mantiene los ojos abiertos y puede murmurar o responder de forma ininteligible, sin significado. Es difícil despertarlo y al día siguiente no suele recordar lo sucedido.
A veces lo único que hace es sentarse en la cama dormido, pero también puede caminar o correr muy agitado. El niño sonámbulo puede realizar tareas tan complejas como abrir puertas cerradas con llave, sacar alimentos de la nevera y comer, bajar las escaleras, salir de casa e incluso cosas raras, como orinar en un armario.
Los episodios de sonambulismo generalmente ocurren durante la fase del sueño más profundo, una o dos horas después de que el niño se haya dormido.
No se conoce con exactitud la causa, aunque se sabe que es mucho más frecuente en la infancia, sobre todo cuando existen antecedentes familiares.
Algunos factores pueden favorecer los episodios de sonambulismo:
Además de tratar de tener unos hábitos saludables de sueño para disminuir el riesgo de que el niño sufra un episodio de sonambulismo, es recomendable tomar las siguientes medidas:
El sonambulismo en sí mismo no comporta ningún riesgo para la salud; aunque el niño sonámbulo puede hacer cosas potencialmente graves para él o para otros.
Es importante tomar algunas medidas para aumentar la seguridad y evitar que el niño se lesione durante el episodio:
Durante el episodio se recomienda:
Aunque la mayoría de las veces el sonambulismo desaparece cuando el niño crece y, generalmente, no es necesario ningún tipo de tratamiento, si los episodios son muy frecuentes, provocan que esté cansado o somnoliento durante el día o no han desaparecido al llegar a la adolescencia, se debe consultar con el pediatra.