¡Hay que fomentar la lectura!
Del discurso con que el presidente de la Generalitat de Cataluña, Sr. Artur Mas, ha iniciado el debate parlamentario de esta semana, me he quedado con el propósito, supongo que compartido, de luchar contra el fracaso escolar impulsando la lectura. No entro a hacer valoraciones políticas, que ya hay quien se ocupa de ello. Quisiera tan sólo destacar un aspecto de la enseñanza que, a menudo, ha quedado relegado: el fomento de la lectura.
¿Leen nuestros niños? Sin tener datos estadísticos de última hora, puedo afirmar, sin temor a equivocarme, que leen muy poco. En los plannings de las actividades extraescolares habrá tiempo para el deporte (del todo necesario en tiempos de crecimiento), para las lenguas extranjeras, para la música y para la danza. También lo habrá para los obligados ratos de conexión a las redes sociales, para los videojuegos. Pero no se contempla el tiempo diario que hay que dedicar a una lectura de calidad. ¿Qué leen nuestros niños? Básicamente leen, si es que lo llegan a leer, los libros que les proponen en la escuela. Y, con ello, parece que los deberes ya están hechos. Quiero creer que la selección de estos libros de obligada lectura es el fruto de una bien razonada argumentación y que, detrás de cada obra leída, hay unos objetivos pedagógicos bien fundamentados. Pero reconozco que, a menudo, me cuesta verlo así. Lamento no encontrar obras capitales de nuestra literatura. Más bien proliferan los "autores mediáticos", olvidando aquellos que se han esforzado por enaltecer la lengua con sus escritos. Hay quien me ha argumentado que es mejor proponer esta "literatura menor" a fin de que sea más atractiva para el niño. Pero esta argumentación carece de sentido educativo. ¿Cómo aprenderá un niño a degustar la buena cocina si lo tenemos a dieta de fast-foods? En educación hay que ser siempre atrevidos.
¿Y más allá? ¿Se lee en casa? Me temo que, más bien, poco. Hay quien lee una crónica del diario deportivo. Y hay quien asegura leerse las normas a seguir para un determinado videojuego. Pero leer un libro... Esto ya es más difícil. No hay motivación. Y sin motivación, no hay acción.
¿Qué aporta la lectura? Quien lee aprende ortografía y gramática, aprende a reflexionar y a expresar sus ideas de forma coherente. La lectura fomenta la imaginación, y facilita la expresión oral y escrita. La lectura de buena literatura enseña al niño que hay un lenguaje culto, más allá de lo que él utiliza con los SMS's y en el Twiter, y que este lenguaje es patrimonio de nuestro pueblo. Por ello es muy necesario abogar por hacer una buena selección de las obras recomendadas para niños. Sin miedo a poner el listón demasiado alto. El cerebro del niño es potente. ¡Hay que confiar en ellos!
Artículo de opinión por Josep Cornellá i Canals. Traducción del artículo original publicado en Diari de Girona el 29 de septiembre de 2011.