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Escrito por pediatras, pensado para las familias

Alergia a los ácaros

Los alérgenos más frecuentes son los que se inhalan al repirar: los pólenes, los ácaros, los epitelios de animales y los hongos

niña con alergia al polvo

¿Qué es la alergia respiratoria?

La alergia es una enfermedad en la que el sistema inmune (las defensas) del niño identifica como dañino un estímulo externo que no debería serlo, por ejemplo, un alimento que se come o el polvo que se respira. De esta manera, cada vez que el niño entra en contacto con dicha sustancia, puede tener síntomas característicos (tos, mucosidad nasal, dificultad respiratoria, ronchas, etc.). Por el mismo motivo, si se evita estar en contacto con la sustancia que produce la alergia, estará totalmente libre de síntomas.

Las personas alérgicas producen anticuerpos de la clase IgE (inmunoglobulina E) frente a las sustancias ambientales que actúan como alérgenos. Los alérgenos que con más frecuencia producen alergia son los que se inhalan con la respiración: los pólenes, los ácaros, los epitelios de animales y los hongos.

¿Qué son los ácaros?

Los ácaros son un tipo de arácnido diminuto que se encuentra principalmente en ambientes cerrados. Habitualmente viven en el polvo de almacenes y domicilios. Se encuentran sobre todo en los colchones, las almohadas, la ropa de cama, sofás y en muebles revestidos de tela. Son una causa frecuente de rinitis y asma alérgicas en todo el mundo. Los ácaros que producen alergia con mayor frecuencia son el Dermatophagoides pteronyssinus y el Dermatofagoides farinae.

Los principales factores ambientales que influyen en la presencia de los ácaros son la temperatura (entre 25 y 35 ºC) y la humedad. Actualmente, los domicilios mantienen una temperatura y humedad adecuados para que vivan y se reproduzcan. Se alimentan de las descamaciones que pierde la piel humana y los animales de compañía.

Además, las personas permanecen en su domicilio la mayor parte del día, lo que hace que la exposición a los ácaros sea permanente. Este hecho puede explicar que la mayoría de los pacientes alérgicos a los ácaros no relacionen la exposición al polvo con las agudizaciones de sus síntomas respiratorios. Y es que realmente los ácaros actúan más como fuente crónica y acumulativa de alérgenos que causan inflamación-hiperreactividad bronquial, que como desencadenantes de crisis agudas de rinitis o de asma.

¿Qué síntomas produce la alergia a los ácaros?

Los síntomas de la alergia a los ácaros son de tipo respiratorio: rinitis (mucosidad, obstrucción o picor nasal, estornudos) y asma. Si un niño tiene rinitis por alergia a ácaros puede tener episodios, ­preferentemente al levantarse de la cama por la mañana, de estornudos en salvas (más de 10 estornudos consecutivos), picor nasal, mucosidad abundante y muy líquida o goteo nasal y congestión nasal intensa. Estos síntomas suelen ceder al abandonar el domicilio y reaparecen por la noche al acostarse o cuando está en contacto con grandes cantidades de polvo. También puede tener asma que se manifiesta con accesos de tos, opresión en el pecho, sibilancias (“pitos”) que pueden aumentar con el ejercicio físico o  la risa. Los síntomas suelen ocurrir durante todo el año, aunque suelen ser más intensos en primavera y en otoño. Los síntomas oculares son menos frecuentes que en la alergia al polen.

¿Cuándo se debe consultar?

Si un niño muestra los síntomas descritos debe acudir a su pediatra, quien determinará si son compatibles con un cuadro de alergia a los ácaros y valorará la necesidad de realizar estudios o derivar a un servicio de alergia para confirmar el diagnóstico.

¿Cómo se trata?

 Además de las medidas para evitar los ácaros, es importante seguir el tratamiento que recomienda el médico. Existen dos tipos de tratamientos. Los tratamientos que controlan los síntomas (antihistamínicos, corticoides nasales para la rinitis, inhaladores para el asma bronquial, entre otros)  y el tratamiento con vacunas, cuyo objetivo es controlar el origen de la enfermedad.

La vacuna de ácaros es un tratamiento eficaz para modificar la evolución de la enfermedad alérgica y controlar los síntomas. Sin embargo, no todos los niños son candidatos. Cada niño tiene unas peculiaridades concretas que deben ser estudiadas. El éxito de las vacunas se basa en la selección correcta de la persona a las que se va a poner y de los alérgenos adecuados para la composición de la vacuna.

El tratamiento con vacunas se puede iniciar a cualquier edad, pero habitualmente se prescribe a partir de los 5 años, que es cuando el diagnóstico de la alergia a inhalantes es más fiable. Las vacunas se pueden administrar con el resto de medicamentos que necesite el niño.

¿Cómo se notan los efectos de la vacuna?

Cuando son eficaces, al cabo de unos meses los síntomas se van haciendo menos frecuentes, menos intensos y menos duraderos. También disminuye la necesidad de medicación de rescate y de medicación preventiva. En los casos en que la eficacia es mayor, puede llegar a retirarse completamente la medicación preventiva y el niño no tiene ningún síntoma ni necesita medicación de rescate.

Artículo publicado el  
16-1-2017, revisado por última vez el 8-3-2023
La información ofrecida en En Familia no debe usarse como sustituta de la relación con su pediatra, quien, en función de las circunstancias individuales de cada niño o adolescente, puede indicar recomendaciones diferentes a las generales aquí señaladas.