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Escrito por pediatras, pensado para las familias

Mononucleosis infecciosa

La “enfermedad del beso” es una infección de garganta producida por un virus que se confunde fácilmente con las faringitis bacterianas

Niño enfermo en cama

La mononucleosis infecciosa es una enfermedad producida clásicamente por el virus de Epstein Barr (VEB), aunque hay otros gérmenes capaces de dar lugar a un cuadro clínico similar. También es conocida como la enfermedad del beso porque se diagnostica con frecuencia entre los adolescentes y los adultos jóvenes y por su contagio a través de la saliva, pues precisa de contacto íntimo para poder ser contagiada, circunstancia que también se da habitualmente en las guarderías.

La enfermedad se trasmite de persona a persona a través de secreciones procedentes de las vías respiratorias de la persona afectada y esta capacidad de trasmisión se mantiene varios meses después de haber sido infectada por el virus. Además, es frecuente el estado de portador asintomático; es decir, que uno se convierte en transmisor de la enfermedad a otras personas sin mostrar ningún síntoma de estar enfermo.

La mononucleosis se presenta durante todo el año, sin predilección por una temporada o estación del año concretas.

¿Qué síntomas produce?

Las manifestaciones típicas en el niño mayor y el adolescente consisten en fiebre, dolor de garganta (faringoamigdalitis con extensas placas de exudado en las amígdalas), aumento de tamaño de los ganglios, sobre todo los del cuello, y agrandamiento del bazo (esplenomegalia) y del hígado (hepatomegalia); en ocasiones puede aparecer una erupción cutánea, especialmente si se están tomando determinados antibióticos. La duración de la enfermedad es variable, oscilando entre una y dos semanas, aunque puede prolongarse, y la curación y el restablecimiento completo son la norma.

Son frecuentes el cansancio (astenia) y la falta de apetito (anorexia) que a veces se mantienen durante varias semanas.

Si se realizan análisis durante la enfermedad, se pueden encontrar algunos datos característicos de la infección, como es la abundante presencia de unos glóbulos blancos especiales (linfocitos atípicos) y con frecuencia cierto grado de alteración en los indicadores de función del hígado (elevación leve de las transaminasas), que no se traduce en sintomatología hepática.

Por otro lado, es muy frecuente sufrir esta infección de forma asintomática, es decir, sin darnos cuenta siquiera, sobre todo en los niños pequeños (preescolares y escolares).

¿Cómo se trata?

No hay un tratamiento eficaz dirigido directamente a la causa de la infección.

La toma de antibióticos no produce ningún efecto beneficioso en este caso y, en algunas ocasiones, la falta de mejoría con ese tratamiento puede hacer sospechar la causa vírica. Todo lo que se puede hacer es intentar aliviar los síntomas como en otras viriasis. En los raros casos en los que la inflamación de la garganta dificulte la respiración y en otras formas raras de presentación, puede ser conveniente usar medicamentos antiinflamatorios potentes, como los corticoides, pero es la excepción y no la regla. La decisión sobre su uso corresponde al profesional sanitario.

¿Se puede prevenir?

No hay por el momento prevención eficaz contra la mononucleosis. No disponemos de vacuna contra el virus de Epstein Barr y no tiene sentido aislar a los enfermos para evitar que transmitan la infección a otras personas.

Una vez recuperado de la enfermedad, el niño o adolescente afectado por la mononucleosis debe continuar asistiendo al colegio o instituto sin que se precise ninguna medida preventiva específica.

¿Cuándo debo acudir al pediatra?

Afortunadamente las complicaciones de esta enfermedad son excepcionales.

Por lo general el problema está en que la mononucleosis puede parecerse a otras infecciones de garganta, que sí son susceptibles de tratamiento antibiótico. En cualquier caso, parece razonable recomendar que, en caso de que su hijo tenga fiebre y dolor de garganta, acuda a su médico para que valore la situación y establezca las medidas más adecuadas a su caso.

Artículo publicado el  
11-6-2011, revisado por última vez el 10-12-2017
La información ofrecida en En Familia no debe usarse como sustituta de la relación con su pediatra, quien, en función de las circunstancias individuales de cada niño o adolescente, puede indicar recomendaciones diferentes a las generales aquí señaladas.