Educación afectiva y sexual en la infancia
Es un derecho de los niños y los adolescentes, muy importante en su formación integral
El ser humano es un ser social, lo cual implica la necesidad de relacionarse con los demás. Si bien cada persona desarrolla esta capacidad de forma única, el acceso a una información veraz y adaptada al nivel madurativo del niño puede lograr mayores índices de satisfacción y felicidad.
¿Por qué es importante la educación afectiva y sexual?
El acceso a la tecnología, junto con los cambios sociales que venimos experimentando desde hace unos años, ha modificado la forma de relacionarnos con los demás, así como la posibilidad de obtener información no siempre avalada por la ciencia ni adecuada al nivel de comprensión del usuario. Esto ha conducido a un empeoramiento de la salud mental global de la población, especialmente de los adolescentes, con mayores índices de ansiedad, alteraciones de la conducta y del estado de ánimo que en décadas anteriores.
Por otro lado, la educación afectivo-sexual se produce de manera continua en todas las etapas de la vida y sobre todo en el ámbito familiar y escolar, aunque también en otras esferas del ámbito social. Los adultos transmitimos mucha información sobre sexualidad tanto con nuestro modelo como con los silencios, los valores y actitudes que mostramos al respecto, es decir, incluso cuando evitamos hablar sobre sexualidad con nuestros hijos estamos haciendo educación sexual.
Sin un adecuado acompañamiento, siempre acorde a la edad de los niños o adolescentes, pueden surgir ideas y expectativas erróneas en cuanto a las relaciones con los demás y sobre la sexualidad, promoviendo conductas de riesgo que ponen en riesgo la salud de los menores.
Además, en las últimas décadas, los sistemas de vigilancia epidemiológica de infecciones de transmisión sexual han detectado un aumento considerable de dichas infecciones, como la infección gonocócica, sífilis, Chlamydia trachomatis y otras infecciones de este grupo.
¿Cómo se imparte este contenido?
Dadas estas necesidades que se han detectado, muchas localidades han puesto en marcha cursos de educación afectiva y sexual en los centros escolares. Existen diferentes programas, como “ni héroes ni sirenas” o “ni ogros ni princesas”, entre otros, preparados por expertos en la materia y dirigidos a diferentes cursos de todas las etapas educativas. Los conocimientos que se ofrecen a los niños están basados en la evidencia científica.
Esto significa que no dependen de la opinión de quien los imparten, sino que son independientes y ajenos a creencias externas. Los objetivos formativos están bien definidos, al igual que se establece un número mínimo de sesiones para tratar los diferentes aspectos de la materia. En cada tramo de edad se recomienda abordar unos u otros temas, adaptando el contenido al nivel de comprensión del niño.
En dichos talleres se fomenta la participación activa, se invita a la reflexión y se pone a disposición de todos los alumnos el conocimiento y experiencia de expertos en educación afectiva y sexual para que planteen todas las dudas que necesiten resolver.
Algunos de los temas que se abordan durante las clases son: la autoestima, las relaciones afectivas, la pubertad, la respuesta sexual humana, la diversidad sexual, los métodos anticonceptivos o la pornografía. Todo ello se realiza de forma progresiva, teniendo en cuenta la etapa evolutiva, la madurez del alumnado y en función de las inquietudes del grupo específico, por ello los profesionales que imparten los talleres han recibido formación específica en la materia y en la manera de abordarla.
¿Qué beneficios tiene la educación afectiva y sexual?
Se ha demostrado que la educación afectiva y sexual, realizada de forma integral siguiendo las pautas establecidas por los estudios científicos, logra disminuir las conductas de riesgo, retrasar el inicio de las relaciones sexuales, disminuir el número de parejas sexuales y aumentar la satisfacción de los menores.
Este cambio se produce porque los niños y adolescentes pueden tomar decisiones informadas respecto a sus parejas y su sexualidad, pudiendo evitar enfermedades de transmisión sexual, embarazos no deseados, situaciones de violencia dentro de la unidad familiar y protegiéndoles de todas las formas de violencia sexual infantil de las que pueden ser víctimas.
Desde el equipo de EnFamilia animamos a las familias a recibir y a los centros educativos a impartir este tipo de contenidos que contribuirán a su salud global.