Sueño en los niños a partir del año
Cuando se deja al niño en la cuna, un peluche, una manta especial o su juguete favorito pueden ayudarle en el momento de la separación de los padres
Antes de acostarse
Es recomendable evitar la actividad física vigorosa 1-2 horas antes de acostar al niño y la ingesta de ciertos alimentos, como los refrescos, el chocolate…
Tampoco es conveniente que duerman siestas muy prolongadas o tardías.
Rutina antes del sueño
El establecimiento de rutinas, tanto de día como previo al inicio del sueño, en cuanto a actividades y comidas ayuda a preparar el inicio de este. La hora diaria de acostarse y levantarse debería ser aproximadamente la misma todos los días.
A esta edad, los niños con frecuencia se resisten a ir a la cama. Se puede desarrollar una rutina relajante, tranquila, para realizar todos los días antes de dormir (baño, leer un cuento) y que debe finalizar en el dormitorio. Completarla cada día de la misma forma ayuda a que el niño se dé cuenta de que llega la hora de dormir.
No es recomendable jugar con él, reserve cualquier actividad que lo estimule para los períodos en los que esté despierto durante el día.
Hay que evitar acostarlo con hambre. Sin embargo, el exceso de líquidos favorece el despertar nocturno.
Aprender a dormirse solo
Es conveniente que el niño aprenda a dormirse solo, sin ayuda, en su cuna. Un peluche, una manta especial o su juguete favorito pueden ayudarle en el momento de la separación de los padres cuando lo dejan en la cuna.
El ambiente para dormir
El ambiente debería ser tranquilo y oscuro, y la temperatura de la habitación confortable. Un exceso de calor o de frío favorece el despertar nocturno.
El ruido ambiental debería ser el mínimo posible.
Comer durante la noche
Lo habitual es que ya no necesiten comer durante la noche, aunque algunos niños siguen demandando la toma nocturna. La alimentación nocturna favorece que los pequeños despertares que se producen durante la noche se alarguen.
Si el niño continúa con lactancia materna a demanda, a veces puede hacer alguna toma nocturna. En este caso, hágalo con poca luz y sin estimularle. De todas formas, hay que asumir que la posibilidad de que el niño se despierte es mayor.
Cuando se despierta
A partir del año el niño puede llegar a dormir 6-8 horas seguidas por la noche, aunque depende del entorno y de su temperamento. También es normal que hagan siesta, a veces varias, durante el día.
Si se despierta, conviene esperar unos minutos para ver si se duerme de nuevo solo. Si le llama, tarde cada vez más tiempo en contestarle para darle la oportunidad de que se duerma.
Si se inquieta o llora, hay que hablarle tranquilamente y con paciencia para calmarlo. Si es necesario entrar en la habitación, es recomendable no encender la luz y no quedarse mucho rato, intentando no sacar al niño de la cuna para calmarle. Tratar de tranquilizarlo cada vez más lejos de la cama, hasta que pueda hacerlo sin entrar en la habitación.